El dolor de rodilla es una patología que afecta a personas de todas las edades. Puede ser resultado de una lesión, como la ruptura de un ligamento o un desgarro de menisco, o bien consecuencia de un proceso degenerativo como la osteoartrosis. Algunas afecciones médicas, como la artritis, la gota y las infecciones, también pueden provocar dolor de rodilla.
El dolor de rodilla habitualmente es de características nociceptivas y mecánicas. Se encuentra localizado en una parte de la articulación o afectando a su totalidad. Aumenta al caminar como consecuencia de la carga sobre la articulación y mejora con el reposo, aunque en estadios avanzados puede doler también en reposo. Cuando existe un componente inflamatorio, se aprecia enrojecimiento, tumefacción y aumento de la temperatura de la rodilla. Otros síntomas que podemos apreciar son debilidad o inestabilidad de la articulación, chasquidos o crujidos, rigidez e incapacidad de enderezar completamente la rodilla.
Los dolores leves de rodilla responden bien a las medidas de autocuidado personal. La fisioterapia y las rodilleras también pueden ayudar a aliviar el dolor. Sin embargo, en algunos casos, tu rodilla va a necesitar tratamientos más complejos, desde infiltraciones intrarticulares o bloqueos nerviosos hasta una intervención quirúrgica
Dolor de rodilla en reposo y al caminar, ¿cuál podría ser la causa?
Existen múltiples causas que originan dolor en la rodilla, desde lesiones ligamentosas a osteoartrosis de la articulación.
La tendinitis produce irritación e inflamación en uno o más tendones, que son tejidos densos y fibrosos que unen los músculos a los huesos. La tendinitis rotuliana es el desgaste del tendón rotuliano, que une el cuádriceps con la tibia, pasando por la rótula. Genera dolor en la parte inferior de la rodilla, en su cara frontal, y suele aparecer al realizar una actividad física y al terminarla. El dolor es más frecuente al bajar cuestas o al bajar del monte. Suele estar causado por sobrecarga al realizar actividad física intensa, ya sea de tipo laboral o deportiva. El 90% de las lesiones tendinosas de rodilla son tendinitis rotulianas.
La condromalacia rotuliana es un desgaste del cartílago de la parte posterior de la rótula. Provoca dolor en la cara anterior de la rodilla, justo en la rótula, que aumenta al levantarse tras estar sentado, o al subir o bajar escaleras. Su causa principal es el envejecimiento, pero también la sobrecarga laboral o deportiva de la articulación.
El esguince de rodilla es una lesión de los ligamentos que dan estabilidad a la misma. Produce dolor agudo, sensación de inestabilidad, de que la rodilla falla y a veces hasta bloqueo. También puede producir inflamación en las primeras horas. El más frecuente es el del ligamento cruzado anterior. Suele ser consecuencia de traumatismos, golpes o movimientos que fuerzan la articulación a una postura no natural.
La lesión del ligamento cruzado anterior es el desgarro de ese ligamento, que es uno de los cuatro ligamentos que conectan la tibia con el fémur. La lesión del ligamento cruzado anterior es muy frecuente en las personas que juegan al fútbol o a otros deportes que requieren cambios repentinos de dirección
Las lesiones meniscales son desgarros, roturas o desplazamientos del menisco. El menisco es un cartílago que actúa como amortiguador entre la tibia y el fémur. Si giras la rodilla de forma repentina mientras cargas peso sobre ella, puedes desgarrarte el menisco. Generan dolor agudo, un chasquido o punzada y bloqueo total o parcial de la articulación. Son más frecuentes entre jóvenes deportistas, aunque no exclusivamente.
Bursitis de la rodilla. Algunas lesiones de rodilla producen inflamación en las bolsas sinoviales, que son pequeños sacos de líquido que amortiguan la parte exterior de la articulación de la rodilla y permiten que los tendones y los ligamentos se deslicen suavemente sobre la articulación.
La osteoartritis, a veces denominada artrosis degenerativa, es el tipo más frecuente de artritis. Es una afección por desgaste que aparece cuando el cartílago de la rodilla se deteriora con el uso y la edad. También llamada artrosis de rodilla o gonartrosis presenta una importante degeneración o desgaste del cartílago en la articulación de la rodilla. Provoca un dolor que cesa con el reposo y empeora a lo largo del día. Conforme avanza, produce rigidez e incluso deformidad de la articulación. La osteoartritis de la rodilla es la forma más frecuente de artritis en adultos mayores. Se presenta en aproximadamente el 6% de los adultos mayores de 30 años y en un 10% mayores de 55 años. El riesgo de discapacidad de la osteoartrosis de rodilla es comparable con el riesgo atribuido a enfermedades cardiovasculares y mayor que cualquier otra condición médica en los ancianos
Cómo prevenir y tratar el dolor de rodilla en reposo. Factores de riesgo
Hay varios factores que pueden aumentar el riesgo de padecer problemas de rodilla, como:
Sobrepeso. Tener sobrepeso u obesidad aumenta la sobrecarga en las articulaciones de las rodillas, tanto en actividades comunes, como caminar, subir y bajar escaleras, como en actividades laborales. Además, aumenta el riesgo de osteoartritis, ya que acelera la ruptura del cartílago articular.
Falta de flexibilidad o fuerza muscular, puede aumentar el riesgo de lesiones. Los músculos fuertes ayudan a estabilizar y proteger la articulación. La flexibilidad muscular ayuda a lograr una amplitud completa del movimiento de la rodilla en flexo extensión.
Determinados deportes suponen una gran exigencia a las rodillas, como el esquí alpino, al tener las rodillas flexionadas continuamente. El fútbol con giros y carreras con impactos repetidos sobre las rodillas. Los trabajos que requieren un esfuerzo reiterado, giros de las rodillas, en posiciones continuas de estar agachado, también pueden aumentar el riesgo.
Una lesión de rodilla anteriormente hace que sea más probable que te vuelvas a lesionar la rodilla.
Si bien no siempre es posible prevenir el dolor de rodilla, los siguientes consejos ayudan a prevenir lesiones y el deterioro de las articulaciones:
Mantén un peso adecuado, es una de las mejores cosas que puedes hacer para conservar la salud de tus rodillas. Los kilos de más implican presión adicional sobre las articulaciones y aumenta el riesgo de lesiones y artrosis.
Practica algún tipo de actividad física. En ocasiones nuestra capacidad física está disminuida, nos encontramos físicamente en baja condición. Por lo que es necesario comenzar poco a poco, sin prisas y sin grandes exigencias. Prepara los músculos y las articulaciones, tómate tu tiempo para el acondicionamiento. El mejor ejercicio es aquel que nos produce satisfacción, nos hace sentir bien y no nos lesiona.
Haz ejercicio con inteligencia. Si tienes artrosis, dolor crónico de rodilla o lesiones recurrentes, tal vez necesites cambiar la forma en la que haces ejercicio. Puedes nadar, caminar en llano, te puedes ayudar de bastones, como en la marcha nórdica. Aquellas actividades de bajo impacto, nos van a ayudar al cuidado de nuestras rodillas. En ocasiones, limitar las actividades de alto impacto es suficiente para aliviar el dolor.
Asegúrate de usar la mejor técnica y los patrones de movimiento correctos en tu deporte o actividad. Pueden ser de utilidad las clases y consejos de un profesional.
Gana fortaleza, mantén la flexibilidad. La debilidad muscular es la principal causa de las lesiones de rodilla. Te beneficiarás de fortalecer los cuádriceps y músculos isquiotibiales, los músculos en la parte delantera y trasera de los muslos que ayudan a sostener las rodillas. El entrenamiento para mejorar el equilibrio y la estabilidad ayuda a que los músculos que rodean las rodillas trabajen juntos con más eficacia. Tras realizar tus ejercicios, es importante estirarlos bien. Intenta incorporar ejercicios de flexibilidad en tu entrenamiento antes y después del mismo.
Tratando el dolor de rodilla en reposo
El tratamiento siempre debe ser individualizado y tras una adecuada historia clínica que incluya exploración y las pruebas diagnósticas necesarias para una correcta valoración del dolor en las rodillas. El profesional de la salud aconsejará la mejor terapia según qué caso.
Medicamentos.
Los antiinflamatorios y analgésicos son los más utilizados al inicio del dolor. Los antiinflamatorios como el ibuprofeno se usan en situaciones de dolor agudo, como lesiones meniscales, rotura de ligamento o impactos. Están indicados durante una semana o diez días, luego se deben suspender para evitar posibles lesiones renales o gástricas. En caso de dolor crónico, de larga evolución, es mejor usarlos en periodos de 10 días a la menor dosis posible, hacer periodos de descanso o bien sustituirlos por el paracetamol que presenta menos efectos secundarios.
Terapia física y rehabilitadora
Fortalecer los músculos alrededor de la rodilla hará que esta sea más estable. Trabajar la flexibilidad de la misma evitará la rigidez. El médico te recomendará fisioterapia y distintos tipos de ejercicios de fortalecimiento según la afección que esté causándote dolor.
El estudio de la pisada y el posterior uso de plantillas ortopédicas, con una cuña en un lado del talón, ayuda a reducir la presión ejercida sobre el lado de la rodilla más afectado por la artrosis. Las rodilleras ayudan a proteger y estabilizar la articulación de la rodilla en casos de luxación de ligamentos o tras cirugía.
Infiltraciones
Cuando el dolor en la rodilla no cede, a pesar del tratamiento con medicamentos y fisioterapia, el siguiente paso son las infiltraciones. Se utilizan diferentes fármacos según la patología de cada paciente.
Anestésicos locales y corticoides, son los más utilizados en casos de artrosis, de rodilla. Estos fármacos ayudan a reducir la inflamación de un brote de artritis y a aliviar el dolor por unos meses. Los protocolos son muy variables, se suelen hacer entre una y tres infiltraciones intraarticulares, sin embargo, con el tiempo y a medida que avanza la artrosis pierden eficacia.
Ácido hialurónico, es una sustancia espesa que contiene los componentes del líquido que lubrica las articulaciones. Se inyectan en la rodilla para mejorar la movilidad y aliviar el dolor. Se utilizan tanto en dolor por artrosis como en lesiones de deportistas, ya que no presentan los efectos secundarios de los corticoides. El alivio que proporciona una inyección o una serie de inyecciones puede llegar a durar hasta seis meses.
Plasma rico en plaquetas (PRP), consiste en extraer sangre del paciente, centrifugarla y obtener un plasma con una alta concentración de factores de crecimiento que reducen la inflamación y favorecen la cicatrización. Al ser una sustancia autóloga, es decir, del propio paciente, no presenta efectos secundarios. Tiene un efecto antiinflamatorio y un efecto regenerador de los cartílagos.
Bloqueos y/o radiofrecuencia o rizólisis de los nervios, se realiza en casos de artrosis severa de rodilla que genera gran discapacidad. En casos donde el paciente es demasiado joven o demasiado añoso para la colocación de la prótesis o se haya realizado una cirugía y el paciente continúe con dolor. Habitualmente se han agotado los tratamientos previos de infiltraciones intrarticulares, rehabilitación y medicación analgésica y antiinflamatoria. Se actúa sobre los nervios que recogen la sensibilidad de la rodilla, estos nervios se llaman nervios geniculados. Si con los anestésicos locales se consigue un alivio significativo del dolor, se pueden “quemar o destruir” mediante técnicas de radiofrecuencia térmica ablativa o rizólisis los nervios geniculados, conservando la funcionalidad de la rodilla, pero evitando la percepción del dolor por parte del paciente durante un periodo prolongado habitualmente de más de 1 año. Es una técnica que se podría repetir si fuera eficaz.
Cirugía. Si tienes una lesión que no mejora con los tratamientos conservadores tal vez requiera de cirugía. Existen diferentes tipos de cirugía
Cirugía artroscópica, dependiendo de la lesión, el médico puede examinar y reparar el daño de la articulación mediante esta técnica. Consiste en introducir una cámara de fibra óptica y herramientas que se insertan a través de unas pequeñas incisiones alrededor de la rodilla. La artroscopia se utiliza para extraer o reparar cartílago dañado (meniscos) si se bloquea la rodilla y para reconstruir ligamentos desgarrados, como la cirugía del ligamento cruzado anterior
Cirugía de reemplazo parcial de rodilla, en casos de artrosis localizada en una parte de la rodilla, se reemplaza solo la parte más dañada de esta. Es un tratamiento más fisiológico que reemplazar la rodilla entera.
Reemplazo total de rodilla, se indica cuando la artrosis está muy avanzada, produce un dolor intenso y una gran dificultad para caminar. Se reemplaza la articulación en su totalidad con una prótesis.
Si tienes dolor de rodilla y no mejora con los tratamientos propuestos, acude a un centro especializado donde un experto en dolor crónico pueda evaluar tu caso y ofrecerte un tratamiento personalizado. En la Clínica Edolor, centro especializado en casos de dolor crónico de alta complejidad, podemos ayudarte, pide una cita y comienza a vivir sin dolor.