El síndrome de dolor regional complejo también llamado algodistrofia, distrofia simpáticorefleja, causalgia o síndrome de Sudeck es una enfermedad osteomuscular crónica de curso prolongado que se caracteriza por dolor intenso urente (con sensación de quemazón), espontáneo y a la palpación generalmente en manos y pies. Se acompaña de hipersensibilidad cutánea (la piel afectada puede ser extremadamente sensible o dolorosa al tacto) y de signos y síntomas de alteración vasomotora (sudoración y aumento del calor local), cambios tróficos de la piel y desmineralización ósea.
El dolor que refieren los pacientes empeora con el tiempo, en lugar de mejorar. También pueden aparecer espasmos musculares, osteomalacia (reblandecimiento de los huesos), problemas motores y cambios en las uñas y en la piel, enrojecida y brillante y luego se vuelve fría y azulada.
En el 50% de los casos, el dolor persiste más allá de los 6 meses y, a veces, dura años.
El diagnóstico y tratamiento tardío de este síndrome puede producir graves problemas físicos y psicológicos, pues el proceso puede extenderse a toda la extremidad y los cambios en los huesos y músculos pueden llegar a ser irreversibles.
El síndrome de dolor regional complejo puede producirse a cualquier edad, pero es más frecuente en mujeres entre los 40-60 años.
Se desconoce la causa de por qué se produce el síndrome de dolor regional complejo, pero se piensa que puede deberse a una respuesta exagerada o anormal del sistema nervioso simpático, por lo que estos nervios dañados envían señales inapropiadas al cerebro, interfiriendo en la información normal de las sensaciones, la temperatura y el flujo sanguíneo.
En dos terceras partes de los casos, se puede identificar un episodio desencadenante que puede ser un traumatismo o cirugía previa, aunque también puede ocurrir sin lesión aparente.
El dolor (urente o punzante) es una característica diagnóstica central. No sigue la distribución de un solo nervio periférico; es regional de toda la mano, pie o extremidad. El tacto de la piel puede ser desagradable o incluso provocar dolor (alodinia e hiperalgesia).
A veces hay cambios vasomotores cutáneos (edema, enrojecimiento o palidez de la extremidad) y alteraciones sudomotoras (piel seca o sudorosa).
Otros síntomas consisten en alteraciones tróficas (piel brillante y delgada, uñas quebradizas o con un crecimiento excesivo, pérdida de pelo) y alteraciones motoras (debilidad, temblores, espasmos, dedos fijos en flexión).
El sufrimiento psicológico (p. ej., depresión, ansiedad, enojo) es frecuente, fomentado por la ignorancia de su causa, la falta de un tratamiento eficaz y su curso prolongado.
Los síntomas pueden cambiar con el paso del tiempo. El dolor, la hinchazón, el enrojecimiento, los cambios notables de temperatura y la hipersensibilidad (en particular al frío y al tacto) suelen ocurrir primero.
El tratamiento debe instaurarse de forma precoz, preferentemente en los tres primeros meses con terapia multimodal (fármacos, fisioterapia, bloqueos simpáticos, tratamientos psicológicos, neuromodulación, etc.)
El objetivo principal de todos los tratamientos para el síndrome de dolor regional complejo es aumentar la movilidad de la extremidad afectada y reducir el dolor.
La fisioterapia es fundamental. Sus objetivos incluyen desensibilización, fortalecimiento, aumento de la amplitud del movimiento y rehabilitación profesional.
En algunos pacientes con un dolor mantenido por el simpático, el bloqueo neurolítico del sistema nervioso simpático (bloqueo ganglio estrellado y bloqueo simpático lumbar) consigue la interrupción química de las vías nerviosas simpáticas y alivia el cuadro, lo que hace posible la fisioterapia.
Los fármacos como antidepresivos tricíclicos, anticonvulsivos, analgésicos orales (medicamentos antiinflamatorios no esteroideos, opiáceos y distintos analgésicos auxiliares) también pueden aliviar el dolor lo suficiente como para permitir la rehabilitación.
En los casos refractarios la neuromodulación puede resultar eficaz. Cada vez se utilizan más los estimuladores medulares de cordones posteriores y los estimuladores implantados en el ganglio de la raíz dorsal.
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