La cefalea, conocida como dolor de cabeza, hace referencia a los dolores y molestias localizadas en cualquier parte de la cabeza, en las estructuras que lo unen a la base del cráneo, los músculos y vasos sanguíneos que rodean la cara y el cuello.
Las cefaleas son uno de los síntomas más frecuentes en la población. En su conjunto, se estima que entre un 73 y un 89 por ciento de los varones ha sufrido alguna cefalea en algún momento de su vida; en el caso de las mujeres, este porcentaje se eleva entre el 92 y el 99 por ciento.
Se estima que, en los países occidentales, lo presenta al menos una vez al año el 50% de la población, aunque solamente el 20% ha presentado cefalea intensa en alguna ocasión a lo largo de su vida. Se presenta de distintas formas, según su intensidad y síntomas.
Según la Clasificación Internacional de Cefaleas, los más de 200 tipos diferentes de cefaleas se dividen en:
- Cefaleas primarias: Representan más del 95% del total de casos. En este grupo se encuentran la migraña, la cefalea tensional y la cefalea en racimos.
- Cefaleas secundarias son aquellos dolores de cabeza a raíz de una lesión en el cerebro, como una hemorragia cerebral o un tumor.
- Neuralgias craneales: Este tipo de cefalea aparece por “la afectación de un nervio que se encarga de la sensibilidad de la cabeza o el rostro”.
¿Qué es la cefalea cervicogénica?
La cefalea cervicogénica es el tercer tipo de dolor de cabeza más común, por detrás de la cefalea tensional y de la popular migraña. Se manifiesta en la parte posterior de la cabeza, vinculada en la mayoría de casos a la artritis o la artrosis de las articulaciones de la segunda y tercera vértebras cervicales.
A veces esta artrosis, en lugar de producirse por la edad, es una secuela de un ”latigazo cervical” (un movimiento brusco de flexión-extensión del cuello, por aceleración y deceleración, que se produce por ejemplo, tras un accidente de tráfico, en que el golpe lo sufrimos desde atrás).
Una de las características principales de esta cefalea es que el dolor es continuo. Al igual que ocurre con la del tipo tensional o la migraña, puede tener un gran impacto en la vida social, personal y laboral de los afectados.
¿Qué síntomas presenta la cefalea cervicogénica?
Lo primero que hay que tener en cuenta es que el origen de la cefalea se encuentra en el cuello. Por tanto, a diferencia de las cefaleas clásicas, presenta un dolor irradiado desde el cuello.
El dolor máximo se percibe en la región occipital, pero la zona frontal también está generalmente afecta. El dolor es de intensidad moderada-severa y de carácter monótono o constante, profundo y pesado. Presenta estas características:
- Dolor continuo en un lado del cuello, cabeza y órbita (a veces el oído)
- Dolor unilateral
- Rigidez y dolor en el cuello
- Mareos y empeoramiento del dolor de cabeza con los movimientos de cuello
- La cefalea puede provocarse por la movilización cervical, especialmente por la hiperextensión mantenida del cuello.
¿Cómo podemos diagnosticar la cefalea cervicogénica?
El diagnóstico se basa principalmente en la clínica compatible y los signos de la exploración física y debe ser confirmado por la desaparición o disminución transitoria de la sintomatología tras el bloqueo anestésico apropiado.
Las pruebas de imagen (resonancia nuclear magnética) tienen como objetivo identificar un “factor cervical” responsable de los síntomas y signos. Sin embargo, son en general, negativas, y no permiten identificar anomalías anatómicas ni funcionales relacionadas con el proceso. La radiografía funcional puede revelar hipo o hipermovilidad en un determinado segmento de la columna cervical que puede sugerir el nivel de la patología.
¿Cómo podemos tratar la cefalea cervicogénica?
El tratamiento adecuado de una cefalea cervicogénica estará principalmente en función del diagnóstico y de los síntomas del dolor de cabeza.
En los primeros estadios de la cefalea cervicogénica, cuando los síntomas son episódicos o remitentes, el tratamiento puede ser conservador con AINE, amitriptilina, o terapia física. Los analgésicos deben racionalizarse al máximo en una cefalea como esta tan proclive a evolucionar a un estadio crónico. El ejercicio terapéutico, indicado y dirigido por fisioterapeutas, es una herramienta fundamental para tratar esta patología.
El bloqueo (infiltración) con anestésicos locales y corticoides del nervio occipital mayor, menor y tercer nervio occipital es uno de los principales tratamientos. Se realiza mediante control ecográfico y de forma ambulatoria.
La Neurotomía del tercer nervio occipital, realizada mediante la radiofrecuencia térmica o calor, es otro tratamiento. Consigue anular el nervio que transmite la señal dolorosa y, consecuentemente, hacer desaparecer el dolor.
Conclusiones
Si la cefalea afecta a nuestra calidad de vida, dificulta la realización de nuestro trabajo y las tareas de la vida cotidiana, es necesario buscar la ayuda de un especialista en la materia. También debemos tener en cuenta que cualquier cambio en el patrón o naturaleza de nuestro dolor de cabeza habitual (intensidad, frecuencia) podría ser un síntoma de un problema de salud más grave.